domingo, 13 de septiembre de 2009

Solución puterina

Prostíbulo en Japón

Tengo para mí que no debemos recurrir a las normativas generadas por los ministerios de Interior.

Hacienda es quien debería regir nuestros análisis. Al fin y al cabo, cualquier solución requiere inversiones. Bueno es tener contentos a los esbirros que custodian, recaudan y distribuyen los tesoros. Hacienda saca sus mejores dineros de los pobretes que no pueden ocultar sus ingresos. O sea, de quienes cotizan en el Instituto Nacional de la Seguridad Social, extensión del Ministerio del Trabajo.

No hace mucho leí la noticia de una abogada que probó de rellenar una ficha de 'autónomos' con la profesión de 'prostituta'. Lo hizo para un trabajo universitario, no es que la chica trajinara con el sexo. Fue aceptada, y se le concedió la capacidad para cotizar. En un solo movimiento, integrada en Trabajo y en Hacienda.

En otras palabras, si las putas aceptan inscribirse como autónomas y pagar sus cotizaciones e IRPF, pasan a quedar integradas en las sólidas listas en que los potentes  ministerios nos tienen bien controlados  a todos, como currantes y como paganos.

El segundo paso, necesario  para soslayar agravios comparativos, es conseguir una titulación digna. Un grado medio, de momento, aunque no excluimos un máster de postgrado. 'Asistente sexual' parece lo más pertinente. Hasta ahora se anuncian en los diarios como masajistas o fisioterapeutas. Crea mal ambiente entre profesionales de la sanidad. Dejémonos de eufemismos. Debería instaurarse la titulación de "Asistente Sexual", donde se esttudiase la manera de asistir a personas ignorantes en cuanto a conseguir los pertinentes retozos. Las personas 'asistentes' les enseñarían a hacerse pajas o a follar, con más práctica que teoría y la mayor implicación personal posible.

Se oficiaría en pisos, con todos los controles necesarios, incluyendo los de Sanidad y Trabajo. Pequeños negocios de personas autónomas, o de asociaciones de profesionales.

El ministerio de Hacienda podría colocar en cada uno de estos pisos personal con calidad de funcionario público, o sea, autoridad, para inspeccionar sobre la marcha la contabilidad. Los recibos, con IVA, garantizarían la blancura del dinero. Tales servidores públicos podrían ser elegidos entre personas con estudios mercantiles y contables, pero relegadas al paro por razones de edad o procesos de deslocalización. Acreditarían virtudes las personas de escasa libido capacitadas para mantenerse, sin tentaciones, en lugares de tanto fornicio. Se les podría primar con un variable (tanto por polvo devengado y cobrado) para estimular su ímpetu recaudador.

Si la sexualidad hipoactiva fuera un mérito, habría parados de larga duración, desesperados, que aceptarían la castración para conseguir una de estas canonjías. Una ganancia más y una preocupación menos.

Las señoritas, acostumbradas a soltar la mitad de la mosca para sus explotadoras mafias no se verían perjudicadas al cotizar para Seguridad Social y Hacienda. No es que las nuevas protectoras reembolsen menor participación las , pero ofrecen un cierto halo de dignidad. No deja de ser cierto que el Estado es el socio al 33% de cualquier negocio lícito. Cuánto más dinero blanco se genere, más contento estará el Estado y más lícito será el asunto.

Los estudios de 'Asistencia Sexual' equiparables un ciclo superior de FP, darían una excelente oportunidad de trabajo para ex-prostitutas, las cuales, con sus clases, permitirísn la conservación de un acerbo impagable. Nótese que un nuevo ministerio, el de Educación, pasará a cobrar unas tasas que nunca vienen mal.  Dinero llama a dinero, con lo que el Estado estaría cada vez más contento.

La sabiduría nunca es mal hallada. No es fácil hacer buenas mamadas, ni fingir orgasmos con amplios visos de credibilidad. Muchos padres de niñas con alma puterina accederían gustosos a que sus hijas profesionalizasen los abundantes servicios que prodigan de gratis, al tiempo que aprendieren rudimentos de higiene,  contabilidad y organización que las capacitaren para mejor desenvolverse en sus inciertas vidas.

Ni que decir tiene: las nuevas academias también cotizarían a Hacienda, y serían pródigas en la creación de
puestos de trabajo. Incluso instituciones educativas de extracción religiosa, podrían instaurar cursos bajo las adecuadas advocaciones, Santa María Magdalena las más ortodoxas, o los Santos Matías y Zacarías (metías y sacarías) las de tinte más informal.

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