martes, 15 de septiembre de 2009

El Juez y la Notaria


'Yes, We Can' (hacer el ridículo)

Publican los periódicos de Barcelona la comparecencia judicial de un matrimonio que va a la greña. ¿Por qué este caso, tan manido y zafio como la mayor parte de refriegas entre parejas, alcanza portadas?

Quizá sea porque el marido pertenece al cuerpo judicial y, hasta la debacle, oficiaba como juez decano de Barcelona, en tanto que su señora es titular de Notaría. Tengo para mí que  un Juez y una Notaria deberían emanar un halo de dignidad, respeto por las leyes, o, cuando menos, maneras.

Pero sigue siendo cierto que picha tiesa no cree en Dios. El juez, al parecer, tuvo escarceos con una señora ajena a la familia. La notaria no dudó en contratar detectives para esclarecer las dudas que, en estos casos, son fácilmente percibidas por las esposas. Unos calcetines de distinto color, olor a pescado en los calzoncillos... son muchas las pistas que los varones suelen dejar a lo largo de sus desviaciones.

Los detectives, si son de postín (o sea, carísimos), aportan cosas increíbles para los profanos: fotos, grabaciones, videos tomados en los hoteles, recibos, billetes de avión, etc. Lo más dramático suelen ser las fotos de la pareja entrando en el templo del fornicio. En casos exquisitos, los espías llenan con cámaras ocultas  la sala del tálamo, lo que produce material digno de ser enviado al pornotube.

Nadie ha dicho nunca que las notarias (ni los notarios) estén hechos de distinta pasta que cualquier cónyuge burlado. La esposa herida decidió poner los puntos sobre las íes.

A partir de ahí, versiones contradictorias. Según ella, el marido no quiso oír hablar de divorcio y la empujó bruscamente contra la pared, Ella contraatacó para defenderse. Según el encausado juez, fue ella la que se le tiró encima (además la dama es cinturón marrón de karate) y pretendió agarrarle las pelotas, con lo que el buen hombre tuvo que calentarla un poco para evitar la cercana castración.

Después, el vodevil. Mossos de escuadra llamados, un piso que no se abre, escenas de ansiedad, escándalo público y denuncias mutuas.

El juez promiscuo, antes de esa historia, estaba en perpetuo rifirrafe con los Mossos a causa de algunas filtraciones. En Barcelona, ni los jueces ni los Mossos tienen la buena imagen que, a priori, deberían tener. Se cruzan invectivas y veladas acusaciones. Mi abogado me recomienda decir que yo sí los tengo en mucha estima y consideración.

El caso se ha filtrado. Al juez rijoso lo apearon de su decanato y, ahora, en vista por violencia conyugal, veremos qué sucede. Ante el lío de versiones, es factible lo salomónico. Unos meses de cárcel a cada uno (que no se cumplen), un poco de tierra encima, y a otra cosa.

La ciudad de los milagros sigue produciendo mitos urbanos.

No hay comentarios: