sábado, 30 de mayo de 2009

Incompetencia desleal



Dejé de publicar en mi anterior blog (www.blogmedico.com) por la falta de agilidad de sus herramientas. Escribir allí remedaba un castigo bíblico en forma de pérdidas de tiempo y pérdida de material antes de poderlo grabar. Todo ello, regido por las leyes del azar (o por oscuros designios de una secta de adoradores satánicos).

En mi último escrito en aquel engendro, explicaba (de forma piadosa) mi retirada y aventuraba que los responsables técnicos serían capaces de borrar mi despedida, para hurtarla a mis lectores.

Acerté con creces. La han eliminado. Mi orgullo crece. Los solemnes botarates me odian. Les agradezco la estupidez, que pueden ostentar con tanto orgullo como su incompetencia. Como siempre digo, mientras los ignatos me ninguneen y me llamen hijo de puta, todo va bien.

El día que hablaren bien de mí, debería echarme a temblar.

lunes, 25 de mayo de 2009

Despreciar a Dios

Esta es una "entrada" irreverente donde las haya. No debe ser leída por personas sin preparación moral.

Mi querido arzobispo de Barcelona, Martínez Sistach, profirió ayer unas serias admoniciones acerca de que "el aborto y la píldora del día siguiente son un episodio más de los atentados contra la vida, de los que hemos tenido un ejemplo con el Holocausto".

La Iglesia Católica sostiene, como Dogma que, en el momento en que un espermatozoide penetra en un óvulo y lo fecunda, Dios Todopoderoso crea un alma y la inserta en este embrión. 

Habida cuenta de que Dios nunca ha dado ruedas de prensa acerca de este supuesto, se trata únicamente de una interpretación de la jerarquía católica, apoyada en la Infalibilidad Papal, un ejemplo de lenguaje en bucle mediante el que un Papa (Pío X si mal no recuerdo) declaró que un Papa, hablando desde su cátedra, era infalible. ¿En qué se basaba? En la infalibilidad, por supuesto.

El dogma del alma en el momento de la concepción tiene un corolario: a partir de ahí el embrión es un ser vivo con alma. Su muerte (aborto, píldora del día después) es un asesinato y un pecado mortal.

¿No sería más respetuoso con Dios suponer que el todopoderoso no desperdicia almas? ¿Un Dios omnisciente insertaría almas en seres que, como solo Él conoce, no van a progresar?

Me dirán que Dios no quiere librar al hombre de su libertad. No me convencen. Mi Dios tiene que ser razonable y pragmático. No obsesivo ni derrochador.