sábado, 10 de octubre de 2009

La (rara) satisfacción de vivir en Barcelona




Un periódico tan poco tremendista como 'La Vanguardia' comenta la creciente suciedad de los barrios de Barcelona.

Pero... Ayer mismo, nuestro glorioso Ayuntamiento proclamaba que, según una encuesta propia, los barceloneses estábamos muy orgullosos de la ciudad y satisfechos con su limpieza. Las papeleras desbordadas, pintadas en los semáforos, orines en las esquinas, bolsas de basura desparramadas, excrementos en los parques, pegatinas en las fachadas, alfombras de colillas y chicles ennegrecidos sobre el pavimento... No cuentan.

Supongo que la encuesta se efectuó entre los abundantes paniaguados que ejercen como funcionarios o contratados en ls nómina consistorial. Son estómagos agradecidos prestos a dar gritos de ritual y vivas a la madre del alcalde. Quizá se eligió una submuestra de personas ciegas con anosmia (sin sentido del olfato).

Barcelona es ciudad franca para perros defecadores con dueños desahogados, prostáticos de vejiga inquieta, borrachos de toda laya, meones y vomitadores compulsivos, destructores de botellas de vidrio (estrellándolas en el suelo), apedreadores de farolas, arrancadores de bancos públicos,  reventadores de bolsas de basura (bien por necesidad, bien por divertimento), destructores de parterres, pegadores de chicle, conductores fumadores que descargan sus ceniceros aprovechando la parada en un semáforo, anunciantes de todo pegando papeles en cualquier fachada (con preferencia por las de valor artístico), pintadores de grafitti capaces de teñir las estatuas si les parece grato a sus asquerosos gustos artísticos...

Los ciudadanos que no pertenecen a ninguna de estas tribus andamos con cuidado, en forma defensiva, tapadas las narices y ojo avizor para no resbalar con una caca de perro, prietas las filas y sólidamente camufladas las carteras donde colocamos el dinero que nos queda tras pagar las tasas de limpieza y recogida de basuras (entre otras tan creativas y patéticas como las anteriores).

Los aprovechados que han embolsado sacas de oro con las contratas derivadas de los atentados cometidos en la ciudad (empezó con los juegos olímpicos y tuvo reválida de cum laude con el 'Forum') dicen orgullosos que Barcelona es muy apreciada por el turismo a causa de sus construcciones de diseño y lo acogedor de nuestra ciudad. Y lo dicen sin descojonarse, como si tuviera algo de verdad.

También es la meca de los carteristas sudamericanos, descuideros rumanos, tironeros magrebíes, sirleros de cualquier nacionalidad, alunizadores de joyerías, atracadores de pequeños comercios, estafadores nigerianos, sicarios albano kosovares, asesinos colombianos, y policías mexicanos. No sigo, que no soy xenófobo ni racista (como fácilmente se nota).

Sin hablar de las putitas negras y las putazas de países del Este, controladas por sus respectivas mafias, las cuales, además, van adueñándose del comercio justo de la cocaína.

Créanme que algo huele mal en Barcelona. Aquí al pobre Hamlet ya le habrían robado la calavera de Yorick.Los que sí se descojonan son los Mossos de Esquadra cuando, en sus comisarías, reciben a las cohortes de turistas desvalijados, que pierden una tarde para poner las denuncias y ser informados de que 'se hará lo que se pueda'. La pena es que no hay policías por la calle. Están todos en las comisarías tramitando denuncias con que llenar las papeleras al final del día.

NOTA: una vez publicado este post me doy cuenta de que he puesto 'papeleras' en lugar de 'archivos'. Lamento la errata, y me descojono disculpo con esta nota de rectificación.

1 comentario:

Unknown dijo...

He calificado tu post como: interesante. Pues aunque resulta divertida su lectura, para los ciudadanos "normales"(raza en extinción, pues no parecemos existir para las autoridades), no es nada agradable vivir entre la mierda.

Mi abuela decía: -Predica con el ejemplo-.
Pero hace ya demasiado tiempo que en España (17 Españas), solo se utilizan las palabras (vacias).

Consuelo de tontos: He estado en Roma hace poco y me ha parecido una ciudad muy sucia.


Sonrientes días.
M. Luisa Villanueva.