sábado, 10 de octubre de 2009

El cabrón tira al monte



Noticia de "20 minutos: El juzgado de instrucción de guardia ha decretado el ingreso en prisión sin fianza del 'segundo violador del Eixample', Alejandro Martínez Singul, por los delitos de intento de agresión sexual y de robo con violencia e intimidación a una niña de 12 años a la que presuntamente trató de violar el pasado 1 de octubre.

No tengo claro cuál de los 'violadores del Eixample' es el que acogotó a mi hija María Helena, en 1988, en el ascensor de mi casa. Sospecho que fue el primero, Maíllo. Dos días antes había agredido a la hija de unos amigos y la obligó a ponerse el pene en la boca, corriéndose a continuación. Debí actuar, como psiquiatra infantil, consolando a la niña y limitando su ansiedad.

Por suerte para mi hija, de 9 años,  una vecina que bajaba por la escalera escuchó sus gritos y atisbó lo que sucedía en el ascensor. El 'violador', con el pene fuera, salió del ascensor e intentó huir. Se lió con la apertura del portal, complicado en una casa modernista del siglo XIX, y debió pedir ayuda a voces para escapar. La vecina le abrió la puerta de la calle, y el hombre huyó.

Mi perro FUM, un bóxer perfectamente entrenado, ladraba tras la puerta de nuestra vivienda apenas a 10 metros del ascensor. Yo mismo, en el piso contiguo del rellano, estaba visitando a mis pacientes. Salimos al escuchar el escándalo. Todo había terminado y el maldito agresor había huido.

Al principio me sentí muy mal por no haber podido pillar al monstruo. Después, más frío, agradecí no haberle hallado con las manos en la masa. Estoy seguro de que, entre FUM y yo, le habríamos inmovilizado. Creo también que yo le hubiera matado.

Habría destrozado mi vida. Bien es verdad que el goce no lo hubiera quitado nadie. No es menos cierto que me hubieran condenado por homicidio.

Maíllo, el primer violador del Eixample, detenido y condenado, fue al fin liberado con una enfermedad degenerativa grave y murió al poco de su excarcelación. Martínez Singul, el segundo monstruo de la saga, no se comporta de forma tan digna de elogio.

Deseo con toda mi alma que esta vez sea condenado de por vida, o que sus condiscípulos carcelarios le apliquen las accesorias que los violadores de niñas suelen disfrutar en ambientes patibularios. Normalmente les dan por el culo con fruición tras apalizarles. A veces les despachurran. Por mí que no se priven.


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